"Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo."
Jorge Luis Borges. El Libro de Arena
El 2020 se ha ido. Soy de los que no suele celebrar el fin de año porque hay ciertas estructuras de las que simplemente no comprendo su utilidad. Pero también soy del tipo de personas que creen que los rituales son necesarios. No importa cuál, no importa cuándo, de vez en vez uno necesita fijar un momento en particular y hacer de el, algo especial, "un punto de giro" dirían los guionistas, así que quizás, empezar a ver un año como el 2020 desde afuera nos ayude a dar un giro aunque la historia siga el mismo rumbo de ayer.
También soy, por naturaleza, un observador. Guardan mis padres las paradójicas pruebas de esta afirmación:
- Mama, ¿ha dónde se van los días? ¿qué pasa con ellos una vez que se acaban? -
Tenía seis años, así lo cuenta mi madre, y si mi querido y admirado profesor el Dr. Orlando Blaizes tenía razón al decir que el lenguaje es la mejor herramienta para evaluar el pensamiento, puedo entonces concluir que mis preguntas mostraban mi interés en observar con detenimiento los fenómenos del mundo.
Imaginen que yo pudiera regresar en el tiempo a responderme esa peculiar pregunta que le hice a mi mama hace casi 30 años, quizás me diría que los días y los años no se van a ningún lugar. Hasta que existan pruebas de la teoría de cuerdas es más seguro decir que nuestra memoria es la única que conserva nuestras vidas pasadas, aunque sea en pedacitos.
Somos el resultado de la caótica conexión de todos esos eventos resguardados. Así que después de un año como el 2020, utilicemos estas dos cualidades, los rituales de un día como hoy y nuestra memoriosa vida pasada para sacar conclusiones respecto al año que ya pasó pero que no se fue a ningún lugar, hagámosle un huequito en nuestra memoria para que no flote en el espacio o el tiempo sin ningún rumbo.
Sé que conclusiones hay muchas, pero la mayoría no son más que meras atenuaciones de nuestros deseos y nuestros miedos. Sin embargo, algunas otras son dignas de guardar, otras de compartir, de nunca olvidar. Les deseo que encuentren esas ideas y no olviden este año y por supuesto, que sea la razón por la que el 2021 pase a ser un año de rituales, que su vida dé un giro en su historia que nos ayude a nunca olvidar quienes somos y a donde queremos ir.
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